Cortó dos orejas con salida en hombros, mientras que “Serranito” fue ovacionado y Uceda Leal perdió los trofeos por el acero
“Serranito” brindó un toreo de pura inspiración. / EL ADELANTADO
Hubo dos incidencias muy acusadas en este tercer festejo taurino de la feria de Riaza. Se sustituyó el encierro anunciado de Alcurrucén por otro de Carmen
Segovia
, es decir de procedencia Nuñez a Domecq. Y el diestro Uceda Leal sustituyó a Jiménez Fortes. Las respectivas motivaciones se las explicaremos a su debido tiempo.
Los toros de Carmen
Segovia
con mucho volumen y poco motor, pero dejándose torear sin pizca de malicia. Ni bravos ni mansos, ni encastados ni bravucones ni flojos.... Bueno, bien presentados y de juego desigual.
Uceda Leal. Con su peculiar estilo entre lo clásico y lo estético por la armonía que imprime a su toreo. Como la figura le acompaña y sabe interpretar el muletazo con mano baja, cintura flexible, figura erguida y corre la mano con suavidad y temple, de ahí el toreo que fluye bajo su personal inspiración. Lances sueltos con media verónica. En corto por la propia cortedad de la embestida del astado, muletazos a media altura que fueron cobrando mejor imagen hasta ligar dos series de superior concepto. Por ese pitón basó su labor principalmente. Hubo momentos de verdadera inspiración torera cuando cuajó dos solemnes pases culminados con un largo y profundo pectoral. Mató muy mal.
Con el cuarto toro de la tarde aplaudido de salida por su bella estampa, bonitos lances por ambos pitones. Por alto y con pausados ademanes muleteo fácil para pasar a aportar sentimiento y gusto torero de alta calidad. Naturales de preciosa vistosidad, tres derechazos de compostura ortodoxa, tres naturales más y con la gran faena lograda por medio de la compostura y el toreo exquisito, cataplúm, la espada que malogra el faenón.
Paul Abadía “Serranito”. El zaragozano torea con mucha solvencia artística, que ya es afirmar cuestión tangible y de real complacencia. Tres extraordinarias verónicas con el percal arrastado por la arena y media ceñida de puro sabor belmontino. Toreo a media altura con la muleta mandando en recorrido sutil y rítmico. Muy correcto en posteriores aportaciones como dos naturales de antología por su pureza y sentido estético. Más pases en sentido curvilíneo asentando sus reales y dando sitio al toro para que repitiera la embestida con enorme clase de toro de lidia. Faena de bellos matices que fue acompañada por olés y música torera. El fallo a espadas le privó de un éxito notable.
Chicuelinas iniciales para saludar a su segundo antagonista. Con mucha clase, enjundia torera y quietud, toreó el “mañico” como dicen que mandan los cánones. Plasticidad, armonía, despaciosidad, ligazón y flexibilidad. Compuso una gran faena que variaba los tiempos y ofrecía apetitosas secuencias. La inspiración fue madre del nacimiento del buen toreo en la cúspide cuando cuajó tres soberbios naturales, portento de sencilla ejecutoria. La espada le repitió la faena en negativo.
Jesús Martínez “Morenito de Aranda”. Está en sazón. Lo puede todo, hasta el reciente momento malo que pasó por culpa de una cogida. Ya está en plenitud y dando de sí su potestad torera que es mucha y buena. Se jalea su manejo del percal en suaves lances. Irregular la embestida del astado que contribuye poco al toreo fundamental que intenta el burgalés. Cambia los terrenos, acorta la distancia, adelanta el engaño y logra sacar estimables muletazos por el pitón derecho. Hubo pases con entidad y reconocida calidad. Al final fluyeron con luz propia unos magníficos muletazos que iluminaron el ámbito
riazano
y la sensibilidad de los buenos aficionados. Cortó una oreja. Y con el que cerraba plaza, otro bonito ejemplar que resultó pastueño, capotazos sin relieve y una excelente media verónica. Bullicioso comenzó para ir asentando la figura y el toreo, llevado éste por la senda de la inspiración y la estética. Gran tanda que enardece al respetable, bellos matices en pases de una y otra condición, exquisitos naturales, bellos en verdad. Otra oreja y salida en hombros.
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